«No creo poder cambiar el hábito de salir a caminar antes del amanecer. Cada mañana me permito recibir los mensajes que tácitamente me entrega el preámbulo del alba y, en un reflexivo andar pausado y observativo, trato de decodificar su contenido e integrarlo a mi vivencia.
Los últimos días, ya transcurrido más de un mes del inicio de la primavera, la transparencia del cielo me ha permitido ver a diario las estrellas, ordenadas en constelaciones y moviéndose en su interminable ruta, un baile estelar y un orden que me activan pensamientos sobre la conectividad y la acción. Hacia el este, el cielo asoma unas luces tenues, la aurora, ese bello resplandor que anuncia que la noche cederá su protagonismo al día, la gente despertará y se activará en sus diarias costumbres y labores. Me detengo en un punto del camino y, girando lentamente 360 grados sin cambiar mi posición, me maravillo al observar la silueta recortada en el cielo de buena parte de los montes que bordean la hoya de El Bierzo, de la que Corullón es un rincón privilegiado. Al iniciar el regreso a casa, me centro en pensar en que todos los elementos del universo están relacionados y en que cada elemento reporta un orden, un patrón, un rol dentro del conjunto: la sinergia.
El conjunto social que, mirando hacia el mañana, conformaremos por inteligencia de supervivencia los seres humanos, la sociedad global futura, según se organice ésta en adelante producto de las decisiones consensuadas y su aplicación oportuna, podría generar los cambios que nos pide esta nueva era, la que nos sorprende de alguna manera desarticulados, desconectados. La dimensión social y su configuración, en cualquier contexto y por ende en el medio rural, será clave para gestar las adaptaciones y dar a luz las soluciones que requiere la humanidad, de cara a nuevos tiempos de mayor equilibrio en la producción y consumo.
El ejemplo mayor de sinergia, para los que vivimos en el medio rural, lo tenemos al lado: la naturaleza. No hay una mayor y mejor ejemplaridad de sinergia que la de la naturaleza. De allí deberíamos extraer los elementos para la necesaria e indefectible configuración de una dimensión social renovada de cara al futuro. Por poner en la mesa un elemento, la creatividad, ésta se maximiza cuando existe una cercana y comprometida relación entre las partes. La naturaleza es creativa, pues ha generado las adaptaciones ante los cambios que nos han permitido seguir coexistiendo. Hemos de subrayar “coexistir”, es decir, existir al mismo tiempo sin anularnos una cosa a la otra. La sinergia social, es decir, la interdependencia positiva de todas las partes que conforman la sociedad, generará resultados maravillosos cuando se ponga en marcha la acción sinérgica amplia que persiga un futuro menos inestable que el que refleja el mundo actual.
En el caso nuestro, lo que nos atañe en lo cercano a nuestras intenciones como neorrurales o próximos a serlo, que es el futuro del medio rural, su aporte en el contexto general y el cómo nos insertaremos él, será el resultado de la conexión de las ideas y compromiso de la dimensión unipersonal, el rol propio que cada uno de nosotros esté dispuesto a asumir, dentro de y en total sinergia con la dimensión social. Los individuos, los gobiernos locales y superiores, las instituciones académicas, las ONG’s, los grupos de acción social y todas las formas y niveles de organización privadas o colectivas, en la medida que sumen aportes estratégicos y acciones dirigidas hacia objetivos comunes, lograremos en forma exponencial resultados escalables y replicables, seguramente una espiral iterativa indetenible y generadora de progreso equilibrado, no vertiginoso, que será más que directamente proporcional al esfuerzo y compromiso de cada quien. La suma de esfuerzos es una función exponencial. Si lo vemos desde una perspectiva integradora, nadie le hace un favor al otro, es un conjunto de alianzas de mutuo beneficio, innovación y perdurabilidad.
Hay dos cosas muy importantes para que la dimensión social cobre mayor fuerza: la búsqueda de soluciones desde lo individual, nuestras ideas y ganas, en total intención de conexión con las otros elementos del conjunto social; por el otro lado, la exploración permanente de soluciones nacientes y ejemplos replicables desde las organizaciones de diferentes perfiles, sean gubernamentales, académicas, ONG`s, empresariales, entre otras. Es como cavar un túnel desde diferentes posiciones y encontrarse en un punto, darse la mano y hacer que el túnel sea conducto para hacer fluir resultados. Hay un punto central alrededor del cual deberíamos girar todos, individuos y grupos. Un punto donde confluyen las verdaderas necesidades comunes, no mezquinas, muy realistas y alcanzables. Entonces los individuos dejamos de ser elementos aislados y los grupos se fortalecen por los efectos de la sinergia.
Los cerezos que voy encontrando a cada lado del camino ya no están en flor, ahora muestran sus frutos que, aunque verdes, tendrán madurez en poco tiempo. Esa es una promesa que analógicamente comparo con la de la fructificación y cosecha de los esfuerzos de muchas personas que como yo, estamos emprendiendo en el medio rural, sembrando esperanza para nosotros y para el contexto social local y global, esperando que las condiciones del entorno, las que generan las fuerzas motrices mayores, sean las catalizadoras de las soluciones que estamos tratando de aportar, de implantar con humildad y fe. La superluna de finales de abril que encuentro frente a mí cuando voy de regreso a casa, un disco dorado inmenso y algo rosa, que en el amanecer se esconde detrás de los montes después de cruzar el firmamento, presagia cosas buenas, reforzadas por un sol que nace al lado opuesto, un amanecer que esperamos sea también signo de mejores tiempos, de un mejor porvenir. Yo, mientras tanto, me inspiro en la naturaleza para crear el granito de arena que espero forme parte de un montón junto con los granitos de muchos. La sinergia ha estado convocándome, la naturaleza inspirándome y la necesidad impulsándome. Me siento cada vez más parte del todo interconectado.»
W. José Pérez