«El primer día de la cuarta semana comenzó con una caminata en busca de provisiones a menos seis grados y una cencellada que cubría con un niveo manto las huertas dormidas, arropadas a la vez por una niebla estática, que dejaba colar algunos verdes que la escarcha no pudo atrapar.
Mis sentidos se llenaron con tan hermoso cuadro. En mi mente, una vez más, los pensamientos se encaramaban uno sobre el otro, como si compitiesen para uno de ellos prevalecer sobre los demás. En un doble desafío como el que hemos asumido, venir a vivir al medio rural y tener un proyecto que implantar, la incertidumbre y la complejidad de estos tiempos de pandemia y crisis económica producen una turbulencia que hace difícil el vuelo y nos hace pensar en otras rutas para esquivar la tormenta, pero sin cambiar el destino original.
Al día siguiente, un domingo menos frío, unos amigos que solo conocíamos por vías telemáticas vinieron a visitarnos. Recorrieron cientos de kilómetros de ida y vuelta para venir a Corullón. La pasamos muy bien y nos quedó la reflexión de que hay personas súper especiales en el mundo y tenemos la suerte de que sean nuestros amigos. Fue un día de fiesta que necesitábamos tener y que nos dió impulso emocional.
El cuarto día de esta semana de nuevo a caminar, esta vez por gestiones y bajo una lluvia incesante. Los perros del camino no saludaron como siempre lo hacen, la cortina acústica que producían las gotas de lluvia repiqueteando en el suelo les ocultó el sonido de los pasos. Entonces tuve la oportunidad de quedarme a solas conmigo, de preguntarme qué es lo que realmente quiero y puedo hacer en esta situación. La respuesta fue la de intentarlo con toda la cabeza y el corazón posibles, pero bajo la lógica que impone una crisis, aquello de peligro y oportunidad, una paradoja que hay que leer con ánimo y prudencia en paralelo, uno para no rendirse en el intento y la otra para no resbalar al precipicio.
No dejan de sorprendernos las buenas acciones de los preocupados vecinos y amigos que hemos recogido en esta aventura. Una de las cosas más importantes de la vida, para estar en sintonía con la felicidad, es estar agradecidos. Eso sí es verdad que lo tenemos en nivel alto.
La historia de nuestra llegada al pueblo y nuestras intenciones fueron publicadas por el diario ABC esta semana. Somos uno más de muchos casos presentes y futuros de gente que intenta asentarse en el mundo rural. Para lograrlo, es necesaria la implicación de los que toman decisiones a nivel local, las autoridades del mundo rural, a quienes vemos como agentes catalizadores del cambio, para beneficio de un país y su gente, de los que creen y de los incrédulos, todos miembros de una sociedad que necesita ajustes que equilibren y preserven su patrimonio y su potencial.
En las reflexiones finales de esta semana que tuvo un balance positivo para nosotros, sentimos que son necesarias muchas conversaciones en todos los niveles acerca de activar el potencial del medio rural con miras a un modelo social y económico posible y necesario. Cada uno puede poner su granito para crear un montón de progreso. Es cuestión de sumar voluntades.»
W. José Pérez Yánez