«Me levanté temprano y el segundo sol de febrero convirtió el cielo en un lienzo gigante, dejando unos irrepetibles trazos de amanecer encendido en las nubes. No habrá ni ha habido dos amaneceres iguales. Cada día es único.
De regreso a casa, después de andar por las calles serenas de Corullón, recordaba que casi se han cumplido dos meses desde aquella fría y húmeda noche que no podremos olvidar en cada uno de sus detalles, esa noche en la que pusimos pies en este pueblo de contrastes, acción que ha sido un paso muy importante en nuestras vidas y que ha generado para nosotros una nueva y muy interesante etapa, dibujada por los pensamientos, sensaciones y emociones, los sacrificios y esfuerzos y, sobre todo, coloreada por el aprendizaje vital que nos ha dejado esta corta pero muy intensa experiencia en las que hemos visto pasar apenas dos ciclos lunares, pero hemos recogido en estas pocas semanas un montón de cosas buenas del entorno físico, también de su gente, en tercer lugar del maravilloso trance de autoconocimiento que ha profundizado nuestro diálogo interno y en cuarto lugar de la infalible mano del tiempo, muy necesaria para madurar y tener un mayor entendimiento de lo que va por dentro y de lo que nos rodea.
Esta reflexión nos hace ver que hemos estado palpitando a un ritmo que determinan cuatro dimensiones: el espacio o territorio, lo temporal, el entorno social y nuestro propio ser, nuestro rol. Se nos ocurre pensar que la vida, para que tenga sentido y podamos vivir en una valiosa armonía existencial, va de entender cada una de esas dimensiones y lograr un balance que, aunque en momentos ondulante, sea adaptativo y contributivo.
En la dimensión espacial, hemos validado en poco tiempo la hipótesis que nos formamos antes de venir aquí acerca del potencial que guarda este bello territorio a orillas del río Burbia y encajonado por las cercanas montañas que se levantan, sin llegar a ser abruptas, después de las fértiles planicies ribereñas. Lo comprueban la calidad de sus tierras, su clima, su encanto, el conjunto del que forma parte, el majestuoso Bierzo y sus recursos tangibles e intangibles, sean hídricos, climáticos, forestales y de todo tipo, hasta la buena imagen de El Bierzo como sello de calidad de todo lo que aquí se produce, recursos que son aprovechables y muy valiosos con miras a echar raíces en este bello rincón de España.
En este enclave todos los días hay regalos para el alma, esos hermosos paisajes que encontramos, una muy grata conjunción de elementos naturales y culturales presentes por donde echemos la mirada. Hay potencial y hay belleza, este espacio nos lo ofrece sin mezquindad. Esa belleza y potencial atraerá gente al territorio, lo inferimos quizás de manera atrevida o porque creemos que muchos como nosotros verán en este espacio un bancal para asentarse y crecer, un terreno fértil y prometedor en recompensas.
En el plano social, podemos decir que es un territorio con una pirámide marcadamente invertida en lo que respecta a los rangos etarios, con mucha gente mayor que ya no trabaja pero que tiene mucho conocimiento sobre las fórmulas de aprovechamiento de los recursos que ellos y sus antepasados utilizaban con éxito, fórmulas que ahora subsisten en pequeña escala. Hemos conocido gente dispuesta a colaborar, que respeta su herencia berciana, la del que tiende una mano a quien viene a sumar, gente que se preocupa al ver una parte de su pueblo en estado agónico, pero que solos no pueden poner en marcha un proceso que revierta esa realidad.
¿Cómo sacar provecho de manera amplia de esa sabiduría y de esas ganas de reactivar el conjunto social y territorial? A nosotros nos consta, por hechos, que se puede hacer mediante acuerdos de diferente índole. Una prueba de ello son los ofrecimientos de cosechar cerezas y castañas para nuestro provecho, a cambio de cuidar y mantener los árboles y el sitio donde están, para que no se pierdan los frutos y no se mueran las plantas por falta de cuidados. También por las explicaciones y recomendaciones bienintencionadas que hemos recibido de varias personas, conocedoras de lo que mejor se da por aquí y cómo.
Otro ejemplo más que hemos vivido y para tomar muy en serio es el Banco de Tierras de el Consejo Comarcal de El Bierzo, que mediante su acertada gestión nos está permitiendo acceder a tierras con condiciones ideales para el manejo de huertas, en nuestro caso ecológicas, que son partes de fincas que sus dueños no pueden atender y que ponen a la disposición de individuos o familias que estén dispuestos a aprovecharlas según su condiciones de uso, bajo acuerdos formales realmente favorables y sin altas barreras que lo dificulten.
Hemos seguido conociendo gente maravillosa en las semanas anteriores y algunas de esas personas nos han tendido la mano para que entremos poco a poco, pero de lleno en la dinámica socioeconómica, con plazos generalmente medianos y de largo alcance para iniciar la actividad formal. Personas e instituciones haciendo que lo social funcione en favor de reactivar el territorio, es así como se generan cambios.
En el plano temporal, hemos entendido la importancia de dosificar el esfuerzo y hasta las ideas en función del tiempo ya que, por un lado, lo estacional pesa mucho en estas latitudes y, por el otro, la necesaria paciencia que debemos invertir para que las cosas vayan ocurriendo gradualmente y de modo seguro, ya que se requiere ir articulando una red de contactos, un cúmulo de conocimientos, un inevitable ensayo y error, un ladrillo sobre ladrillo (y el primero perfectamente colocado) para construir nuestra propuesta de valor, eso que vamos a aportar y que nos permitirá vivir cumpliendo con nuestras necesidades en orden piramidal, recordando a Maslow.
Por último, está la dimensión personal, nuestro rol como habitantes activos del territorio. Encajar no implica desfigurarse en lo que respecta a lo que somos, lo que sentimos y lo que queremos. El encaje va asociado a la incorporación de pensamientos y acciones de respeto a lo cultural, va de una interacción que favorezca el desarrollo de la confianza hacia y desde nosotros, también precisa crear vínculos con las células organizativas existentes para aprovechar las ventajas de trabajar en red y finalmente el encaje requiere de la sustancial conexión espiritual con todo el conjunto.
Esto nos está ocurriendo de manera escalonada y es maravilloso sentirse permeable a todo lo bueno que podemos recoger, sin perder nuestra esencia. Estamos en un espacio o territorio con alto potencial para desarrollar ideas que consoliden y le den impulso a Corullón; con gente especial y poseedora de conocimiento y recursos, noble y preocupada por su terruño; confiamos en la infalible mano del tiempo que opera a veces lentamente, pero que actúa a favor para crear cimientos sólidos que garanticen que lo que hagamos sea perdurable; y aquí nosotros, creciendo como seres humanos, desarrollando y entendiendo cada vez más nuestro rol, abiertos a aprender, comprometidos a sumar y orgullosos de ser parte de experiencias que validan que más importante que la meta, es el camino.»
W. José Pérez